FLASHBACK ... (sobre el aborto)
















Hubo un tiempo en el que había que ir a Londres. Años más tarde en muchas ciudades y en casi cada comunidad, cabía la posibilidad de, clandestinamente y previo pago de una suma económica, abortar. Siempre que se dieran, claro está, ciertas condiciones y requisitos. 

LA FALTA

1987

El pecho duro, somnolencia, apetito inusitado. La regla no hace acto de presencia. Te temes lo peor, es más, algo en tu interior te dice que si, que esta vez te has quedado.
Más asustada que otra cosa acudes a la farmacia a “hacerte la prueba”. Rezas cuanto sabes por que salga negativa. Ya te gustaría que la situación fuera otra, pero lamentablemente no cabe la posibilidad de tener hijos ahora.

Azul. El resultado es azul.

LA CERTEZA

Estás embarazada. Casi inmediatamente sientes la necesidad de solucionarlo, eres consciente de que no lo puedes tener; donde no come uno no comen dos. Es como una lucha interior en la que hay varios frentes, cada cual con su estandarte, con sus tropas, sus razones y tu eres el campo de batalla. Pase lo que pase, gane quien gane, terminarás destrozada.

LA DUDA

En ocasiones tus “Pepitos Grillo” te atormentan precipitándote a sensaciones que te engullen hasta casi el descontrol. Ora un exacerbado romanticismo, ora un tajante realismo. Las hormonas andan revueltas, todo parece conjurarse contra ti, la ansiedad comienza a hacerse insoportable.

LA DECISIÓN

Las circunstancias te obligan a tomar la única decisión posible. Abortar es una de las más duras y difíciles decisiones que una mujer debe tomar en su vida. Estés sola o no lo estés, ante esto estás sola, por mucho apoyo que tengas. Es tu decisión. Es tu responsabilidad.

LA INTERVENCIÓN

Sientes miedo. Te tiemblan las piernas, estás muy asustada. Tras un largo viaje durante el cual, en tu estómago parece haberse librado una auténtica pelea de grillos, llegas a la clínica. La sala de espera es aséptica, fría. Colgados en las paredes algunos cuadros impersonales, un centro de mesa con flores de plástico, un revistero abarrotado de publicaciones sobre cardiología y obstetricia. Se abre la puerta y te nombran. Ha llegado la hora.
Antes de pasar a quirófano hay que despachar el papeleo. Te hacen muchas preguntas, debes leer y firmar. No estás de acuerdo con lo que firmas pero, entiendes que esto es ilegal y ellos, deben cubrirse las espaldas. Además, estás deseando acabar con esto. Firmas y entregas el dinero.

La mesa de operaciones es terrorífica. Está fría. Cuan pequeña e indefensa te sientes allí tumbada, bajo los focos. Desnuda, abierta, atada.

Raspan tus entrañas, te absorben el interior por medio de un tubo introducido hasta tu vientre. Dolor. Tus lágrimas se deslizan descontroladas, no sabes cuanto tiempo más aguantarás. Es un sufrimiento horrible.

EL “POSTPARTO”

Tras unas terribles horas todo ha acabado. Bueno, todo no. Tu cuerpo pasa meses confundido, herido. Tu mente se hace preguntas. Se afianzan certezas, se corroboran realidades. Algo ha cambiado, es una experiencia que pesa, no pasa sin pena ni gloria. Has de pagar un alto precio por continuar con tu vida.

Abortar no es un capricho.

Se trata de una situación con un matiz dramático intrínseco. En este trance la ilegalidad, la clandestinidad, la falta de apoyos, la carencia de ayuda, solo hacen empeorar la situación y hacerla más dramática, si cabe. Es necesario, por lo tanto, que se trate como una patología más; la mujer que acude a que se le realice un aborto necesita, como la que lo hace a extirparse las amígdalas, estar rodeada de profesionales que se ocupen de ella.Y de la "moralidad" debe ocuparse cada cual en la intimidad. No olvidemos que son los mismos que hacen las leyes, los que están convirtiendo esta sociedad en inmoral, permitiendo y propiciando el hambre, la corrupción, el abuso de poder... La injusticia.

Es una necedad retroceder. No debemos dejarnos someter a esta obtusa filosofía del miedo y el pecado que nos tratan de imponer. No tendríamos que volver a tener que pedir permiso. No debemos permitir la dictadura, otra vez…


Pero seguiremos yendo a Londres,. si es preciso... 

Comentarios

Tomás ha dicho que…
Lo expresare con mis palabras, magnifico, la mejor manera de expresar una opinión que he podido leer últimamente.
Unknown ha dicho que…
Yo, que fui educada en la represión y el miedo; habría condenado que alguien en mi entorno, pasara por algo así.
Hoy, creo que estamos en esta vida, para recordar lo que en eséncia somos, y ser felices. Por tanto,me he liberado de condenar, juzgar, o moralizar a mis sejantes, en sus experiéncias y procesos vitales.
María Pimientos ha dicho que…
Tomás, Gracias!
Este es uno de los mejores piropos que he recibido últimamente
María Pimientos ha dicho que…
A menudo juzgamos con demasiada ligereza. En realidad es fácil lanzar una crítica, lo difícil es meterse en la piel del otro y tratar de ver o sentir a sus ojos. Si hiciéramos esto de vez en cuando en lugar de juzgar a la ligera, probablemente nuestra visión de muchas cosas cambiaría por completo y seríamos más comprensivos, más respetuosos y más humanos (en el buen sentido...).

Te agradezco mucho tu comentario.
Unknown ha dicho que…
Hola María , te felicito por tu articulo. El drama por el que tiene que pasa una mujer en esas circunstancias, es una crueldad que poniendo trabas lo hagan aún mas difícil , todo por el beneficio de de las ideas de unos pocos. Cierto que tendríamos que tener mas empatía hacia las demás personas, eso nos haría ser mas humanos









Unknown ha dicho que…
Muy bonito tu relato María, pero ¿y qué del ser humano que se mata? Por desgracia no pueden escribir su drama ni defender sus derechos. No es cuestión de prejuicios ni de dictaduras, para mi es cuestión de que sí existen alternativas. Que se puede dar en adopción a familias que estarían encantadas de cuidarlos y alimentarlos, en el caso de que ese fuese el problema. También me temo que por desgracia estamos tendiendo a tomar ese camino por razones mucho menos dramáticas de la que expones aquí. Es de una vida de la que estamos hablando, ¡no de unas amígdalas! Si hablamos de humanidad y de compasión, ¿por qué no se la ofrecemos a los hijos que llevamos dentro? Busquemos alternativas llenas de cariño y comprensión hacia la madre, pero que no incluyan eliminar al más indefenso. No nos convirtamos en una sociedad tan egoísta.
María Pimientos ha dicho que…
Andrea, te agradezco mucho tu comentario.

Ciertamente todo parece indicar que somos una sociedad egoísta, sin embargo pienso que son las circunstancias –en la mayoría de los casos- las que nos llevan a ello; el ser humano no puede ser tan despreciable (por supuesto hay excepciones). Ten en cuenta que estamos siendo sometidos, engañados, manipulados, envenenados… En estos momentos somos tal que animales enjaulados; llenos de ira, furia e impotencia. Obviamente no es tan sencillo, además cada cual llevamos nuestra propia película; hacemos gala de nuestra personal filosofía –forjada a base de experiencias vitales- y en algunos casos, lamentablemente, tratamos de imponerla. Craso error.
Ideologías aparte estamos en el mismo barco. Respetarnos aún sabiendo que pensamos y actuamos de diferente manera –tal como tú estás demostrando hacer- es un mínimo vital que debemos seguir practicando. Y luchar y defender nuestros derechos, el respeto y la libertad. No somos borregos. No podemos permitir por lo tanto que nos traten como tales.
Andrea, diferencias de opinión siempre ha habido y siempre va a haber, lógicamente; es por ello que el respeto sea nuestro principal valor.
María Pimientos ha dicho que…
Gracias Fernando. Si nos paramos a analizar los porqués que se nos imponen, son tan absurdos... es lamentable.
María Pimientos ha dicho que…
En mi opinión has tomado una decisión muy inteligente. A menudo nos creemos con el derecho de juzgar, sentenciar y condenar... tal vez si fuéramos capaces de, antes de ejercer de jueces, tomarnos la molestia de ponernos en la piel del "reo", de analizar otros puntos de vista, de intentar comprender...
Como poco no olvidar que no estamos libres de nada... cualquier cosa que sufra otro somos susceptibles de sufrirla en nuestras carnes... tal vez esta reflexión nos ablande un poco el juicio y nos permita ser más comprensivos.
te agradezco mucho tu comentario... felicidades por esa nueva actitud.