LA MATANZA

Amor mió:
Son las 3’00 de la mañana. Una vez más me he despertado sobresaltado.
Desde que te fuiste no puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos se apodera de mí ese sueño, siempre el mismo sueño:
“estamos sobre una inmensa alfombra blanca, tu corres juguetona, provocándome, yo lo hago tras de ti. Vuelves la cara, te contoneas insinuante. Te deseo con todas mis fuerzas, te alcanzo. Retozamos sobre el lienzo inmaculado…Oh dios mío, ¡cómo hueles!, mi boca te desea, todo mi cuerpo lo hace. Es maravilloso. Me dispongo a hacerte mía y, de pronto. Es horrible, te esfumas, desapareces y entonces, todo se torna verde. Ha desaparecido tu aroma, ha desaparecido el deseo”.
Corazón, no puedo más, tengo el mismo sueño una y otra vez. Te echo de menos, no puedo olvidarte.
No puedo olvidar tus carnes prietas, sonrosadas. Tus manos…Hhhhhmmmmm tus manos, ¡cuánto placer me han dado!
Tu boca, esos morritos jugosos y tiernos que tanto deseo.
No mi vida, no podré, no seré capaz, no puedo vivir sin ti.
“no tema, la olvidará”, me dicen todos. Crueles, necios, jamás lo conseguiré, te quiero, te deseo tanto…quiero hacerte mía a cada instante. Solo pensar en ti desfallezco.
El mismo Dr. Me lo dijo, ya formas parte de mí, estás en mi sangre, mi cuerpo se ha transformado por ti.
No, no puedo dejarte. Ha sido toda una vida contigo, juntos, siempre. Jamás te he sido infiel, siempre has estado a mi lado.
Recuerdo cada año, en San Martín, cuando nos despedíamos para volver a encontrarnos. ¿Cómo podré superarlo?, ¿cómo viviré sin ti? y es que te quiero, quiero tenerte a mi lado. Te deseo.
No me importa perder la vida si lo hago junto a ti, con tu perfume en mis manos, con tu sabor en mi boca, con mi despensa llena de ti.






























































“Al cerdo, a su carne, a su matanza, a jamones, chorizos y lomos. Al placer de chupar sus costillas, sus manos, su rabo. A su tocino meloso, a su careta crujiente. A su sangre con cebolla…
Mi corazón, mi salud te pertenece”