Como a estas alturas ya todos sabemos, el pasado noviembre
el gobierno de nuestro país, por real decreto, aprobó la prohibición de uso en hostelería, restauración y cátering, de
las ya clásicas aceiteras rellenables, a partir del próximo enero.
Según fuentes gubernamentales, esta medida está basada en el
interés de custodiar la indudable calidad de nuestros aceites de cara al
visitante extranjero, por parte de dicho gobierno, así como salvaguardar la
imagen de nuestro oro líquido bajo su correcto etiquetado, en envases
irrellenables.
Bien. El gobierno ha decidido, ahora habrá que pensar en si
se trata o no de una buena decisión por su parte.
¿Ventajas a simple vista? Pues si, la imagen ante el turista
extranjero será genial. Botellitas de diseño por doquier, cada cual con su
perfecta leyenda aportando datos relevantes sobre su origen, calidad,
variedad… Las tostadas ya se crecen solo de pensar la enorme variedad de
posibilidades que se les avecinan. Como se supone no son rellenables, queda
descartado el pillaje-fraude a pequeña escala, que tanto parece preocupar al gobierno, y al que, desgraciadamente, estamos acostumbrados;
si pone en la botellita que es un virgen extra picual, será virgen extra picual. Aunque el fraude, como todos sabemos, se vende en grandes partidas, en grandes centros comerciales, con grandes reclamos publicitarios... (esto, como no es una pequeña, débil e insignificante aceitera, pues al gobierno no le quita el sueño...) Por su lado las
almazaras verán en ello una ventaja por varios motivos; económico y de
protección de su producto. Y, no menos importante, a fuerza de uso aprenderemos
más acerca de nuestro alimento estrella. Los hay que aún creen que todo lo que
no es mantequilla es aceite.
¿Inconvenientes? Pues si, los hay y gordos. Por un lado está
el coste económico adicional que supone esta medida para los "gestores" del canal horeca, es decir, restauradores, hosteleros y responsables de cátering. No es lo mismo rellenar de una garrafa de 5 litros a
18€ aceiteras y aceiteras, que poner sobre cada mesa una botellita de 250ml a
3€ de costo. No es lo mismo. Aporta más calidad si, muchos ya lo veníamos
haciendo, si, pero el coste es elevado. Vamos a ver hasta donde pueden ceñirse
las almazaras. Y por otro lado ¿Qué ha pasado con eso de reciclar? ¿Acaso el
gobierno ha olvidado que somos un gran cubo de absurdos – en su mayoría-
desechos? ¿Adonde van a ir a parar tantísimas botellitas irrellenables? ¿Y las despreciadas, desde ahora, aceiteras? Las tres
RRR al garete de un real decretazo, zas!
Ventajas e inconvenientes, este es el eterno dilema. Vamos a
ver que pasa, todo puede ser que se repita el vergonzoso episodio acontecido
tras otro de estos prontos gubernamentales, si, me refiero a los límites de
velocidad. En mi opinión apunta maneras…
En cualquier caso y como reflexión personal, me toca un poco
las narices tanta prohibición, tanta ley absurda, tanto control superfluo.
Si ciertamente el motivo de tal decreto
por parte del gobierno es beneficiar el buen nombre del aceite, hay muchas
otras maneras de actuar; promoción, ayudas, facilidades, subvenciones, no hacer la vista gorda ante el verdadero fraude a gran escala cuando conlleva beneficio ("gubernamental", claro)... en fin, esas cosillas. A veces
tengo la sensación de que somos reos; asfixiados con leyes absurdas, prohibiciones, trabas, imposiciones, sin un
escueto derecho que nos asista y, lo que es peor, custodiados por carceleros vomitivamente corruptos.
Una total y absoluta falta de respeto.
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